ANTONIO GUTIÉRREZ LIMONES, Secretario de Economía del PSOE Andaluz
Hace ya algunos años, cuando el grueso de las fuerzas morales y las energías civiles de los españoles estaban dedicadas al éxito de la transición política y la aprobación de la Constitución; recordaba, muchas veces, las palabras que Don Manuel Azaña pronunció el 17 de julio de 1931 al exponer los logros que nuestro país necesitaba alcanzar para construir una sociedad que fuera dueña de su destino: restaurar la libertad política, promover la reforma agraria, promulgar una constitución... y sentía, creo que el conjunto de la sociedad española también lo hacía, que España llevaba demasiado tiempo apresada por los mismos problemas, logramos superarlos. No creo equivocarme al decir que, fuera y dentro de nuestro país, el común de las gentes reconoció que todos abríamos, de forma ejemplar, una nueva página de nuestra historia.
Podemos tener, debemos tener, un diagnóstico crítico de nuestra realidad pero, si recordamos cómo era nuestra vida, no podremos dejar de sentirnos satisfechos. Hace no tantos años, por ejemplo, muchos españoles no tenían cubierto su derecho a la sanidad; muchas madres y niñas de este país se veían obligadas a pronunciar una frase que muchos lectores y lectoras recordarán: «la niña también estudia»; la desigualdad de oportunidades entre el medio rural y el urbano los convertía, de hecho, en mundos distintos. Muchos e importantes retos.
Somos un país que ha superado problemas históricos, dificultades económicas y desigualdades de todo tipo por muchas razones. Señalaría dos: nuestra capacidad para proponernos nuevos propósitos y la existencia de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos democráticos que sirvieron para promover un desarrollo económico y social mucho más próximo a las necesidades de cada territorio. Hoy nadie pone en duda —con las insuficiencias que deban reconocerse—, que de no haber existido estas dos autonomías el crecimiento de nuestra sociedad habría sido mucho más desigual. Tenemos capacidad para hacer propuestas innovadoras y, sobre todo, podemos actuar para darles alcance.
El pasado 16 de enero los socialistas andaluces nos comprometimos a formular un proyecto que impulse la sostenibilidad de nuestra sociedad y nuestra economía: «Andalucía Sostenible». Se trata de algo más que un lema oportuno, es un imperativo de conducta, expresa nuestro compromiso de hacer siempre las cuentas completas. Los beneficios obtenidos por cada modelo de desarrollo deben contabilizar los costes que estamos proyectando cuando, por ejemplo, incurrimos en determinados usos del territorio. Se trata, vuelvo a decirlo, de hacer las cuentas completas: saber todo lo que, hoy y mañana, nos costarán nuestras actuaciones. El día de la inauguración todo son beneficios, pero hay que aflorar la estructura de costes soportados por el futuro, las decisiones que no podremos tomar, las que ya no podremos revertir. No me refiero sólo a recordar la idea que, hace ya más de veinte años, nos propuso el Informe Bruntland, conminándonos a «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades».
Todos, basta con contemplar nuestras propias vidas, sabemos que el futuro no es algo que llegue, ni algo que deba padecerse: el futuro nace de la idea del porvenir que tengamos en estos momentos, de los objetivos y orientados esfuerzos con los que nos proponemos construir el mundo en el que nos gustaría vivir. Se trata, por tanto, de saber qué haremos hoy para que las cosas sucedan mañana.
Andalucía, que no siempre ha tenido la sociedad civil y las capacidades institucionales para formular su porvenir, dispone hace tiempo de ellas. Hemos recorrido parte del camino necesario con iniciativas como la Estrategia de Competitividad de Andalucía volcada en el desarrollo del capital tecnológico, la innovación empresarial, las infraestructuras, el desarrollo del talento de las personas, la cohesión social y la igualdad de oportunidades entre los territorios. Existe, además, una segunda fortaleza, la derivada de las experiencias municipales que ya han avanzado en este camino con convicción, apartándose conscientemente de modelos de desarrollo basados en una concepción del territorio que no fuera socialmente responsable. Podemos beneficiarnos de todos esos éxitos, de toda la experiencia acumulada y, también, de todas las lecciones aprendidas. Todos, en distintas medidas, tenemos ideas y realidades que aportar.
Estamos atravesando una crisis y, siendo cierto que tenemos un bagaje de éxitos y capacidades, no debemos olvidar que los esfuerzos por alcanzar el futuro se han de gestionar, como decía Don Manuel Azaña en el discurso al que me refería al comienzo de estas líneas, afrontando los problemas del presente: «no tenemos que trazar un régimen político en un encerado, sino en un país que vive, que palpita, que se estremece...; y, además, tenemos delante la vida corriente del país, que no se detiene y la obra del gobierno que no admite espera». Hay que solucionar problemas de hoy, pero hay que tener una estrategia a medio y largo plazo. «Andalucía Sostenible» forma parte de esa reflexión. En Andalucía, estamos atendiendo el presente y proponiendo un contrato social con nuestros hijos y con nuestro planeta que nos obligará a cambiar algunos hábitos, a pensar de forma distinta y, sobre todo, exigirá hacer «todas las cuentas» de nuestras actuaciones.
Tenemos que pensar en esta crisis como la oportunidad de encauzar nuestro modelo de desarrollo económico y social. La crisis exige algo más que una respuesta, exige una nueva estrategia competitiva. Pero ante todo, debemos estar abiertos a la participación de la sociedad, tanto en el debate como en las propuestas, incorporando las opiniones de personas, empresas, organizaciones, universidades e instituciones de Andalucía. Se trata de una propuesta abierta ya que a todos concierne. Proponemos un debate que nos abrirá a un mundo distinto en el que, con toda legitimidad, habrá énfasis diferentes o propuestas enfrentadas, pero en el que podemos compartir muchos principios. Esta invitación al diálogo, a la participación, despejará el acceso a un nuevo ámbito en el que todos podremos debatir. Don Benito Pérez Galdós, en uno de sus más esclarecedores Episodios Nacionales, «La Campaña del Maestrazgo» escribió: «Mientras ponéis en claro, a tiros, cuál es el verdadero dueño de la corona, negáis a la nación su derecho a la vida, porque le estáis matando todos sus hijos, y les destruís sus ciudades y le arrasáis sus campos. Será muy triste que cuando de vuestras querellas salgan triunfantes un trono y un altar, no tengáis suelo firme en que ponerlos ¿Para qué queréis altar y trono, si luego han de cojear como esos muebles a que falta una pata? Allanad y afirmad el suelo ante todo y esto lo haréis con las artes de la paz».
Mejorar la tecnología y la organización social es la única ecuación posible para preservar el bienestar social y el equilibrio ecológico. Estas ideas han empapado multitud de discursos en la última década, pero su aplicación ha distado de ser parecidamente intensa. Jose Antonio Griñan con el PSOE de Andalucía, asume la responsabilidad de convertir el proyecto de «Andalucía Sostenible» en una realidad. No se trata de ganar unas elecciones, sino de ganar el futuro. De nuestra mano, una mano tendida a todos, surge hoy una propuesta para lanzar un proyecto, que desde el consenso sobe las exigencias del futuro, abre posibilidades para todos.
